Podcast - McKenzie tiene un encuentro:
http://thewaycmspanishpodcast.podomatic.com/entry/2011-01-01T09_37_18-08_00
Mackenzie abrió sus ojos de par en par, tan abiertos como es posible. Estaba completamente consciente. Sin embargo su sueño continuaba en un brillante tecnicolor. Ahí, delante de él, estaba un hombre, increíblemente bien parecido, que parecía emanar una luz clara y brillante. Su cabello, largo hasta los hombros, era luminoso, aparentando tener un halo alrededor de su cabeza.
La luz, aunque poderosa no era cegadora, tenía un aspecto translúcido que brillaba como una tenue niebla, revelando el espectro completo de un magnífico arco iris circunvalando alrededor de su inesperado visitante.
McKenzie se sentía flotando, rebosante de gozo. El rostro de su visitante brillaba con una ancha y amistosa sonrisa mostrando unos dientes blancos como perlas. Sus ojos se arrugaban con líneas de simpatía.
“La paz sea contigo”, dijo con una voz que parecía una catarata. Un remanso de paz, el cual Mackenzie nunca antes había sentido, le inundó.
“Soy tu amigo”. Al instante Mackenzie sintió como su corazón se derretía, y una confianza absoluta mezclada con una tremenda adulación brotaron de lo mas profundo de su ser. Nunca había sentido tal amor para nada ni para nadie. Mackenzie estaba paralizado.
“Yo estoy contigo siempre” Oyó Mackenzie mientras observaba los poderosos brazos abiertos de su amigo. Sus graciosos movimientos flotantes creaban en el aire líneas obscuras que ocultaban su luz radiante. Un caleidoscopio de colores se derramaba sobre el rostro elevado de McKenzie. Sabía que su nuevo compañero le amaba tanto como para morir por el. Su corazón latía tan fuertemente que pensaba se iba a quemar. Mientras permanecía con la boca abierta, su nuevo amigo comenzó a evaporarse entre la bruma etérea y fue desapareciendo en la atmósfera que estaba impregnada con su presencia.
McKenzie permaneció contemplativo en el espacio vacio que había sido temporalmente ocupado por el ser mas glorioso que jamás había visto. Su mente no podía abarcar todo esto, pero en su interior, sabía que no tenía nada que temer desde ese momento. El sonido del silencio le envolvía mientras lentamente regresaba a su vida normal; su corazón seguía latiendo con fuerza en su pecho.
“Gracias”, dijo en voz alta a su amigo. Mackenzie estaba tan abrumado que pensaba que iba a explotar de gratitud.
“Gracias McKenzie”, sonó la respuesta, como un murmullo suave que le llevó al sueño mas placentero que había jamás tenido..
Mateo 28:20 dice…….”He aquí yo estoy contigo todos los días hasta el fin del mundo”
McKenzie tiene un encuentro:
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